El Fragmento Significativo: La Constante de las Interacciones Sociales (parte 2)

por Sebastián Mas

Introducción

Si bien los efectos de la acción analítica se perciben directamente sobre las interacciones sociales, lo que nos diferencia de toda otra clase de terapéutica, es que nuestro campo de acción busca incidir exclusivamente sobre el testimonio de esas interacciones.

Esta tarea de reconstituir la totalidad de la historia a través del testimonio se ha enfrentado con una serie de obstáculos, para los cuales ha sido preciso diseñar una serie de procedimientos. En vez de eliminar tales dificultades, se las abrazo como parte constitutiva de la experiencia que fundo nuestra técnica.

La presencia de signos faltantes en el testimonio, a los cuales aprendimos a reconocer como «accidentes del testimonio», ha sido el gran interés del psicoanalista, dado que en ellos encontramos la causa de los síntomas neuróticos. Si hasta hoy no se hablado de tales accidentes de una manera clara y precisa, es por que se les ha negado el reconocimiento de su estatuto ontológico como signos.

Es por eso que continuamos con el trabajo de leer a Lacan con la ayuda de Peirce para hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué nos informa la semiótica de estos signos faltantes?¿Considera el autor al fracaso como parte constitutiva del signo?¿Hay algo en sus líneas que puede aclararle a los analistas los fundamentos de la realidad de su experiencia?

Permitanse volver a pensar un autor desde el principio, y acompañennos sin suponer automáticamente a que final nos llevara, puede que hayan habido pensamientos o conceptos que por darlos por supuestos, perdieron la oportunidad de ser aprendidos primero.

1)Reconstruccion de los Signos Faltantes

Tratemos de pensar primero en que es un signo faltante:

«Cierto anónimo está escrito en un trozo de papel roto. Se sospecha que el autor es cierta persona. Su escritorio, al que sólo ella ha tenido acceso, se registra y en él se encuentra un pedazo de papel, cuyo borde desgarrado se ajusta exactamente, en todas sus irregularidades, con el del papel en cuestión. Es una inferencia hipotética admisible que el hombre sospechoso fuese efectivamente el autor.»

«Deducción, inducción e hipótesis»
Charles S. Peirce (1878)

Así comienza el tercer capitulo del articulo «Deducción, inducción e hipótesis» de Charles S. Peirce, y nos pareció un ejemplo notable sobre como una inferencia es capaz de rescatar los signos faltantes de una experiencia fragmentada. Suponiendo claro, que el lector coincide con nosotros y la semiótica, de que la realidad esta fundamentalmente basada en signos.

«El fundamento de esta inferencia radica, evidentemente, en que es extremadamente inverosímil que dos trozos rotos de papel coincidan por accidente. Por lo tanto, de un gran número de inferencias de éste género, sólo una proporción muy pequeña sería engañosa.»

«Deducción, inducción e hipótesis»
Charles S. Peirce (1878)

¿Cómo nos damos cuenta de esta relacion? Tuvimos que partir de una experiencia fragmentada, en la que solo teníamos un pequeño trozo de papel. Podría decirse que eso es un trozo faltante, o también que ahora me falta otro trozo.

Sea como sea, se parte de una experiencia fundamentalmente fragmentada cuando se esta en presencia de un signo ausente. Pero este signo nunca esta solo, sino que a su vez esta en relacion a un conjunto de signos, -como el nombre del anónimo, su habitación, mi relacion con esa persona, etc…-. Es decir, es plausible que en la coincidencia de ambos pedazos, se hipotetice respecto a quien es el dueño del papel -sobretodo si hemos encontrado en su habitación el resto del signo faltante-.

Tenemos hasta aquí tres formas de pensar un signo faltante:

  1. Falta un signo
  2. Falta una parte del signo
  3. Falta el resto del signo

«Si la hipótesis no fuera nada más que una inducción, todo lo que estaríamos justificados a concluir, en el ejemplo citado, sería que los dos pedazos de papel que casaban en cuanto a las irregularidades examinadas habrían de casar en cuanto a otras irregularidades, digamos más sutiles. La inferencia desde el contorno del papel hasta su propietario es precisamente lo que distingue la hipótesis de la inducción, y lo que la convierte en un paso más temerario y peligroso.»

«Deducción, inducción e hipótesis»
Charles S. Peirce (1878)

Contrario a como piensa el sentido común la palabra «hipótesis», para Peirce es decisiva para demostrar sus efectos en las interacciones sociales -por eso la considera mas temeraria y peligrosa que la inducción-. Tampoco hay que caer en la trampa del empirismo extremo, que por partir de los sentidos como base objetiva para el conocimiento, hacia recaer varias de sus ideas en la similitud que encuentra la inferencia inductiva:

«La verdad es que dos cosas cualesquiera se parecen entre sí tan señaladamente como otras dos cualesquiera, si se admiten semejanzas recónditas. Pero, con el fin de que el proceso de construcción de una hipótesis conduzca a un resultado probable, es menester atenerse a las siguientes reglas:

  1. La hipótesis ha de presentarse expresamente como una cuestión a discutir, antes de hacer las observaciones que atestiguarán su verdad. En otras palabras, debemos procurar discernir cuál será el resultado de las predicciones de la hipótesis.
  2. El aspecto tocante al cual se anoten las semejanzas debe tomarse al azar. No hemos de escoger un tipo particular de predicciones, para las que se sabe que la hipótesis es válida.
  3. Los fracasos tanto como los éxitos de las predicciones deben reseñarse honradamente. El procedimiento entero tiene que ser franco e imparcial.»

Tales reglas coinciden exactamente con aquellas que conforman la regla de la asociación libre, regla fundamental que comunicamos al paciente y que es el prerrequisito de toda experiencia analítica con neuróticos.

«Cuánta gente hay que es incapaz de dirigirle a su propia conciencia esta pregunta: «¿Quiero saber cómo es el hecho o no?».

«Deducción, inducción e hipótesis»
Charles S. Peirce (1878)

2) El Doble Movimiento de la acción analítica: Revelación y Reelaboracion

El mismo razonamiento aplica para la entrevista analítica, dado que el campo de operaciones inciden estrictamente sobre el testimonio que hace el paciente de los signos faltantes.

Cuando el signo falta en el testimonio, lo vemos representado en toda clase de interacciones sociales. Pero en la situación experimental analítica, solamente nos interesan dos de ellas: las resistencias y las repeticiones.

Los efectos de la acción terapéutica del psicoanálisis recaen específicamente sobre el doble movimiento que define a toda interacción social analitica:

«En cambio, su acción terapéutica se debe definir esencialmente como un doble movimiento mediante el cual la imagen, primero difusa y quebrada, es regresivamente asimilada a lo real, para ser progresivamente desasimilada de lo real, es decir, restaurada en su realidad propia. Una acción que da testimonio de la eficiencia de esa realidad.»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92 )
(Jacques Lacan 1936)

Del mismo modo que encontramos un trozo de papel, la tarea del analista es averiguar a donde fue a parar el resto de los signos reprimidos. Pero como solo trabajamos con el material que produce el testimonio, todo aquello que se fuga como interacción social en términos de una resistencia o una repetición, se opone al conjunto de lo que implica la tarea analítica de restituir esos signos.

A su vez, el testimonio que produce la labor analítica es el resultado de la aplicación de 2 reglas, y del ejercicio de 3 procedimientos. Al menos estos son los mínimos requerimientos técnicos que al analista debe conocer si pretende conducir la restitución de la totalidad de la historia.

3) La Subjetividad de la Observación Analítica: «La Constante de la interacción entre el objeto y el observador«

La «constante» de las interacciones sociales ha sido el primer tema que hemos presentado de nuestro programa de investigación sobre la técnica analítica. A partir de este punto, se nos ha presentado la necesidad de presentar trabajos que tengan el mismo rigor de la física.

La idea de poder pensar en una constante para las interacciones sociales, por lo menos en el marco de la situación experimental analítica, viene de la critica que establece Lacan sobre el papel de la subjetividad en la observación científica.

«(…) simple técnica, se nos dirá y, como experiencia, la menos favorable a la observación científica, pues se basa en las condiciones mas contrarias a la objetividad. ¿No acabamos de describirla como una constante interacción entre el observador y el objeto?»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

Dicha interacción entre observador y objeto va en contra de las condiciones de objetividad, que buscan mas bien, un observador universal (Descartes, Newton) o un observador relativo (Kant, Einstein), que les permita capturar una verdad o realidad objetivas (sea la vida y sus células, o el universo y sus átomos)

¿Pero que sucede cuando necesitamos capturar algo que en esencia se opone a todos los criterios de la objetividad? ¿Qué pasa cuando debe estudiarse la observación como subjetividad en si? Esto no tiene ninguna cabida en el aparato de objetividades de la física. No señalamos esto como un error en si. El error esta en querer estudiar el fenómeno subjetivo de la observación analítica desde el punto de vista de un físico. En realidad se trataria mas bien de hacer como el fisico y no simplemente imitarlo.

«Esa ausencia de referencia fija en el sistema observado, y ese uso, para la observación, del movimiento subjetivo mismo, al que en todas partes se lo elimina como fuente del error, son, al parecer, otros tantos desafíos al método sano.»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

La subjetividad de la observación debe ser pensada con el rigor del físico, mas no con su aparato de objetividades que utiliza para estudiar los objetos de la física.

Es por eso que Lacan nos ofrece pensar, primero que nada, en el movimiento de esa interacción analítica como delimitacion de nuestro objeto de estudio. Para pensar en el movimiento de cualquier cosa, pensamos por un lado en su causa eficiente y por el otro en su causa final. En este caso la acción analítica parte de la revelación de las resistencias para lograr una reelaboracion de las repeticiones.

4) Revelación de las Resistencias y Reelaboracion de las Repeticiones

«Trabajo de ilusionista, se nos podría decir, si no tuviera por fruto, justamente, la resolución de una ilusión«

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

La resolución de esta ilusión viene dada por tres procedimientos: revelación de las resistencias, rememoración de lo reprimido y reelaboracion de lo repetido. Pero el doble movimiento de la interacción social es en realidad producido por las reglas de aplicación: la atención flotante y la asociación libre.

Esto quiere decir que la atención flotante permite realizar los procedimientos de la revelación y la rememoración, pero no los de reelaboracion, mientras que la asociación libre permite realizar los de rememoración y reelaboracion, pero no los de revelación.

1º Movimiento: «Asimilación Regresiva de la Imagen Quebrada y Difusa»

«Efectivamente, en el movimiento mismo le comunica el sujeto, con su intención, que el observador está informado de ésta y hasta hemos insistido sobre la índole primordial de esta vía.»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

El primer movimiento es el resultado de la aplicación de la regla de la atención flotante. En la medida que uno reciba todo con atención parejamente flotante, no hará selección del contenido, sin importar que tan grave o insignificante, ordinaria y cotidiana, o sinsentido e incoherente, sea la razón por la cual de eso no se habla.

Una vez aplicada la regla, el primer poder que posee el analista es el de la revelación. Tal procedimiento consiste en identificar la existencia de una imagen quebrada y difusa, a partir de los momentos de interrupción del discurso. A su vez, no nos interesa cualquier clase de interrupción, sino mas bien aquellas que representan una franca resistencia en el testimonio -una tensión social-. La revelación debe ser capaz de levantar esas resistencias para habilitar el paso de la palabra interrumpida.

No obstante, no pueden ustedes decirla, y como el paciente tampoco quiere hacerlo, sabremos que solo podrá decirla como denegación, es decir, restándole importancia a lo que dijo o rectificando exactamente lo contrario a lo que decía hace un instante.

La denegación es la significación fallida mediante la cual se sanciona la interrupción de una inducción indeseada. En si misma, resulta ser muy reveladora de la imagen difusa y quebrada, que mueve al individuo hacia toda clase de interacciones sociales inconscientes.

1º Movimiento de Interaccion Analitica

Revelacion y Rememoracion: «Asimilacion Progresiva»

Resistencia: «Imagen difusa y quebrada»

2º Movimiento: «Desasimilación Progresiva de la Imagen Restaurada a su Realidad»

«Inversamente, por la asimilación entre el mismo y la imagen -asimilación a la que favorece-, subvierte desde el origen la función de la imagen en el sujeto; con todo, sólo identifica a ésta en el progreso mismo de esa subversión: tampoco hemos ocultado en absoluto el carácter constitutivo de este proceso.»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

Pueden presentarse muchas criticas a la hora de juzgar nuestra técnica, y gustosos las incluiremos a nuestros debates. Pero nadie que haya obtenido los favores de la asociación libre, puede realmente juzgarla con criterios tan livianos, cuando ignora que la regla esta fundamentalmente para no ser comprendida, sino mas bien, para fundar un fondo de comprensión original.

¿Y como suponerlo de antemano, cuando el principio exige no llenar esa comprensión de forma artificial? ¿De que otra manera podríamos reconstituir la trama perdida de la historia, si no partimos también del lugar que ocupamos como sujetos en la imagen a la que nos encontramos alienados?

Son los momentos de interrupción del relato en los que descubrimos las resistencias de la imagen del narcisismo, aquellas que interrumpen el testimonio con la denegación. Aun así, la revelación de las resistencias es completamente estéril si el paciente no obedece la regla de la asociación libre.

Esta regla es la que permite instaurar el segundo movimiento de la acción analítica, que va de la rememoración a la reelaboracion, cuando pasamos a analizar los momentos de contradicción en los que encontramos las causas de las repeticiones.

El poder de este procedimiento recae en el hecho de que en el retorno deformado de un signo reprimido, debe encontrarse aun encriptado su sentido original, en las diferentes formas que la semiótica habilita a leer las formas del inconsciente.

Los simbolismos que nos interesan son aquellos cuyo sentido representa una franca contradicción de fondo. La única razón por la cual se reprime un signo en el sentido freudiano, es por que este es contradictorio respecto a la totalidad de signos que conforman ese testimonio. Un simbolismo seria el retorno de esa represión y el enlace con la contradicción del sentido original.

No obstante, como retornos de lo reprimido llevan a la compulsión de ciertos actos, que por otra parte se encuentran perfectamente en armonía con aquellos signos que denominamos «inconscientes». Es por eso que el cese de la repetición artificial del accidente original, depende de la reconstruccion del sentido que la represión deformo. Pero este sentido tiene que provenir de una rememoración, y no puede ser ni susurrado ni sugerido por el analista.

La eficiencia de la acción analítica, depende de que las interrupciones dejen de ser contradictorias y que las contradicciones dejen de ser interrumpidas. Cuando esto se cumple, el accidente sufrido por la persona deja de ser neurótico para pasar a ser ahora un simple accidente más del destino humano.

2º Movimento de la Interaccion Analitica

Rememoracion y Reelaboracion: «Desasimilación progresiva»

Repetición: «Restauración de su Realidad Propia»

«Además, permítasenos mencionar el desafío que se puede ver en ello para un buen uso. En la observación misma que nos proporciona, puede el observador esconder aquello que compromete a su persona: las intuiciones de sus hallazgos llevan, en otras partes, el nombre de delirio, y sufrimos al entrever de qué experiencias procede la insistencia de su perspicacia. Sin duda, los caminos por los que se descubre la verdad son insondables, y hasta ha habido matemáticos para confesar haber visto a ésta en sueños o haber tropezado con ella en alguna trivial colisión. Pero es decente exponer su descubrimiento cual si procediera de un comportamiento más conforme a la pureza de la idea.»

(«Mas alla del principio de realidad», Escritos 1, pág. 92)
(Jacques Lacan 1936)

Es por eso que inspirados en la pureza de la idea del signo, nos vemos compelidos a encontrarla en otros lados. Ante esta inevitabilidad, les ofrecemos como segunda parte de este ensayo, la lectura semiótica de los signos del inconsciente: chistes, sueños y actos fallidos, donde sustituiremos el concepto de representación en la obra de Freud por el de «signo», para poder realizar una clasificación de los fenómenos del inconsciente, que este a la altura de la semiótica.

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